El equipo de Pacheta acusa en exceso las bajas y vuelve a mostrar sus deficiencias, futbolísticas y físicas, cuando juega como local
El Mestalla sacó ayer a relucir las vergüenzas del Hércules en el Rico Pérez, donde cosechó la primera derrota de la temporada, pero no la primera decepción. El filial valencianista no necesitó de mucho para desarbolar un equipo demasiado nervioso, sin muchas ideas, que cometió errores de bulto y que acusa más de lo que debiera la ausencia de algunos jugadores. No es una excusa, sino una realidad: las bajas han desnudado al conjunto blanquiazul. Pacheta tiene un buen once, puede contar con algunas alternativas puntuales en el banquillo, pero no disfruta de una plantilla como para defender que dispone de dos posibles alineaciones.
Es cierto que Javi Casares tuvo en sus botas el empate en el último suspiro y que el equipo de Pacheta no bajó los brazos ni cuando el marcador era de 0-2 y jugaba en inferioridad numérica. Pero al Hércules, un día más, le faltó fútbol. Excusarse en la expulsión de Atienza mediado el primer tiempo y en si fue más o menos justa no serviría más que para ocultar la basura debajo de la alfombra.
Entre otras cosas porque sería injusto cargar sobre el colegiado los males de un equipo que ya perdía cuando el central se fue camino de los vestuarios. Es más, Adri Cuevas, Fernando o Pardo pueden dar gracias de no haber terminado el choque con alguna amarilla en su casillero, lo que para este último hubiera supuesto, además, perderse el partido de la próxima jornada frente al Alcoyano.
Un soberbio zapatazo de Fran González desde la frontal del área permitió al Hércules soñar con el empate los últimos cinco minutos del partido. Pero fue una efímera luz en medio de la eterna noche que pareció vivir ayer el conjunto de Pacheta, que aún así pudo empatar el envite si Casares hubiera acertado a rematar entre los tres palos un centro chut de Juanma Acevedo, preludio del pitido final.
No hubiera sido justo, pero tampoco el Mestalla había sabido aprovechar las oportunidades de las que dispuso para humillar al cuadro herculano, sobre todo después de que Ramírez aprovechara la pasividad de la zaga blanquiazul para colarse dentro del área como por su casa y batir a Chema. Sin menospreciar el acierto del atacante valencianista, la defensa concedió demasiadas facilidades, al igual que había sucedido con Pardo en la acción del primer gol.
Los diez primeros minutos fueron lo que suele decir de tanteo, sin un equipo que se adueñara del juego, sin aproximaciones al área ni disparos a puerta. Hasta que un error de Pardo permitió que Nando le ganara la espalda y se plantara ante Chema con todo a placer para inaugurar el marcador. No falló el atacante valencianista, que elevó la pelota por encima del meta blanquiazul para alojar la pelota en las mallas.
Las bajas habían llevado a Pacheta a apostar por Fran González y Miñano para acompañar a Adri Cuevas en el centro del campo, y también a dejar en el banquillo a Casares -seguramente para tener un relevo ofensivo ante la ausencia de Portillo- y situar a Aitor como interior diestro. En ningún momento funcionó el invento del burgalés y menos aún con el marcador en contra.
El gol de Nando no hizo más que acrecentar las dudas y los problemas en la creación del juego del Hércules; pero también en defensa, donde Pardo sufrió como lateral derecho lo que no lo había hecho una semana antes frente al Villarreal B. El de Sagunto encadenó errores y uno de ellos forzó a Atienza a cometer una falta que le costó la primera de las dos tarjetas amarillas que le costaron la expulsión superada la media hora de juego.
Un centro de Pardo que remató Adrià Granell con problemas y un disparo lejano de Adri Cuevas fueron las dos únicas aproximaciones al área de un Mestalla que perdonó el 0-2 en un mano a mano de Iban ante Chema. El delantero visitante dio vida al Hércules con un remate desviado cuando en la grada ya se echaban las manos a la cabeza.
Para olvidar
No llegó el segundo tanto de los de Curro Torres pero otro revés le dejó casi igual que noqueado. Atienza saltó enérgicamente junto a Álex López, el atacante valencianista cayó y el colegiado le amonestó por segunda vez y le expulsó. Lo que le faltaba al Hércules para desquiciarse. Lo cierto es que los blanquiazules tenían poco o nada que recriminarle al colegiado, pero sobre el terreno de juego parecía que era el culpable del desastre. El Hércules firmó una primera parte para olvidar y pese a todo pudo lograr el empate en una buena jugada de Miñano que cedió atrás para que Fernando rematara a placer. Todo fue perfecto, menos el disparo al aire del delantero sevillano.
Tras el descanso, los blanquiazules dominaron y casi se encontraron más cómodos que cuando tenían once jugadores sobre el campo. Pero era un control sin mordiente y que, cada vez, dejaba más espacios al rival. Cada ataque del Mestalla llevaba escrito la palabra peligro y solo la bisoñez de sus jugadores le impidió sentenciar antes el choque.
El postrero gol de Fran González añadió emoción pero no debe ocultar las miserias que ayer mostró un Hércules que, pese a todo, se mantiene tercero. El que no se consuela es porque no quiere.
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