Carlos, de 15 años, se ha convertido en el jugador más prometedor de la cantera del Valencia - «No soy de los que va fardando», afirma el mediapunta, con un expediente académico impecable
VICENT CHILET VALENCIA
Año 2004. Alfredo Pérez, técnico de la escuela del Valencia CF, no salía de su asombro ante lo que veían sus ojos, en aquel partido contra el Bonrepós, en el trofeo Pepe Valls. Su equipo estaba siendo vapuleado por un chico de solo 7 años, dos años menor que el resto de jugadores. Se llamaba Carlos Soler, y él solo había marcado los tres goles que habían tumbado al Valencia. A tan pronta edad tenía los gestos técnicos y la visión de juego de los futbolistas diferentes. Había que ficharlo.
Ocho años después, la progresión de Soler ha sido fulgurante. Con 15 años es el jugador más prometedor de la cantera, y en su trayectoria acumula más de 500 goles y 100 asistencias. Detrás de esas cifras mareantes, de todas las expectativas, se esconde un chaval tranquilo: «No soy de los que va fardando. Me gusta mucho jugar al fútbol pero tengo los pies en el suelo». Estudiante de 4º de ESO en los Salesianos, uno de los colegios en los que se popularizó el fútbol en Valencia a inicios del siglo XX, su expediente académico es brillante: «Casi todo lo que saco son notables, más de un Sobresaliente y solo a veces algún Bien», afirma orgulloso. Su idea es la de estudiar en un futuro INEF, siguiendo el ejemplo de su hermano Alejandro, uno de sus referentes y estudiante de Ingeniería de Caminos: «La carrera de los jugadores es corta e impredecible. Él tiene claro que es más importante formarse como profesor o ingeniero y que es compatible con ser un buen futbolista», apunta su padre Antonio, con quien Carlos ve cada domingo en Mestalla los partidos del Valencia y que entiende como «un aliciente para todos los canteranos» que, por cuestiones financieras, el club se vea obligado a medio plazo a apostar más por la escuela.
«No será de esa clase de futbolistas que se ponga piercings, tatuajes, salga de fiesta o se altere por la celebridad. Es un chico muy sereno. Es de los primeros que acude a los entrenamientos y siempre sale de los últimos. Es un compañero ejemplar», apunta Javier Cordón, el representante que asesora a Carlos y a su familia desde que era alevín, con 12 años, cuando era un talento prematuro necesitado de una buena orientación.
En el tránsito del Fútbol 7 al Fútbol 11, los técnicos entendieron que era un desperdicio limitar la calidad técnica de Soler a la delantera, por lo que retrasó su posición, sin perder gol: «Al inicio me ponían arriba, pero con el tiempo vi que no me gustaba solo finalizar la jugada, sino participar también en la creación, como hacen Iniesta, Silva o Mata, o actuar también de falso delantero». Si se le pudiera comparar con un futbolista, los técnicos ven un paralelismo con Cesc Fàbregas: «Es un número 10, un ´Playmaker´ puro, un pateador. Saca todos los córners y faltas», indica Cordón, que alaba su «calidad humana».
En el torneo de Brunete, donde debutó como alevín de primer año, con un año menos que el resto de jugadores, era sacado al campo para chutar a propósito los golpes francos «igual que hacen con los especialistas de balonmano encargados de lanzar los penaltis», añade su padre Antonio. Elegido mejor jugador del torneo internacional de Arona en la Navidad de 2009, su nombre es de sobra conocido en el fútbol base y en las agendas de los clubes más potentes.
Desde alevín con Adidas
Tiene un acuerdo con la marca Adidas desde que era alevín. Pero nada lo aleja de la realidad. Con una capacidad de reflexión que cuesta encontrar en jugadores profesionales, Soler asegura que en el fútbol «el pasado, todo los que hayas hecho antes, cuenta muy poco y es muy fácil que te olviden. Solo importa el presente de cada entrenamiento», afirma. Carlos, que ha coincidido en categorías inferiores con Gayà (titular anoche en Copa del Rey ante el Llagostera) o con Salva Ruiz, que ya ha participado en pretemporadas con el primer equipo, ansía que llegue el día de su debut en Mestalla: «Es valencianista hasta la médula», avisa su padre.
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