martes, 19 de marzo de 2013

El niño que mataron por Carbono

martes, 19 de marzo de 2013 | Paco Rius
Ocurrió en el hall de un gran hotel berlinés. A escasos meses de cumplir 18 años, los nervios tenían cogido por estómago a Filip Kristic . «Tranquilo, esta oferta es irrechazable, vas a asegura-tiene un futuro», le repetía un representante con acento de mafioso eslavo, mientras él le lanzaba miradas de auxilio a un padre que vivía únicamente interesado en que aquel chico le sacara de pobre . El lateral izquierdo venía de ser la sensación del europeo Sub-17 con Alemania , sus carreras por la banda le convirtieron en el mejor jugador del torneo junto a Theo Walcott , y tenía unas grandes ansias de llegar a la élite. Quizás, demasiado. Un sentimiento desmesurado alimentado por un empresario sin escrúpulos que le ayudó a salir del juvenil del Bayern para recalar en el Hertha como ataguía para conseguir el objetivo. Durante aquella tarde primaveral de 2007, en Berlín , se cerró su traspaso al Valencia CF escribiendo con ello la primera línea de una típica historia de fútbol. Filipo eligió abandonar la cocina de manto para abrazar la dieta del microondas . Ejercía de capitán a su equipo, era internacional y el Hertha le tenía preparado un contrato profesional para subirlo al filial como paso previo a darle la oportunidad del primer equipo. Las cosas le iban francamente bien. Pero aquella hoja de ruta antojaba demasiado repuesta para una ambición sin cuartel, demasiado sueños por cumplir amontonados en la parrilla de salida y con muy poco tiempo después de un adolescente que vivía con el miedo de llegar en minutos a 75 años, encontrándose de repente con una vida para llenar. El futuro llevaba entrenamientos con el primer equipo y una transición más inmediata. Nada que una buena dosis de autoestima convenientemente regada pudiera considerarse arriesgado. Era lo que siempre quiso. Era su oferta irrechazable. Incluso erigiéndose en MVP tras endosarle un 4-0 al Hoffenheim en la segunda ronda de la Pokal aquella decisión sigue persiguiéndole. 'Mira, es Kristic, en 2007 fichó por VCF', lo oirá una y otra vez, sintiéndose señalado como un tullido en épocas pretéritas mientras observa como un coro de sorprendidos peatones giran sus cabezas para ejecutar con miradas condescendientes a un defectuoso producto de la naturaleza. «Fichar por valencia CF fue la peor decisión de mi vida» se lamenta mientras viste la camiseta del Berliner AK , la revelación de la temporada en el torneo del KO . Alejado del glamour de los focos, hoy vivo como un joven de 23 años más. Accesible y disfrutando con un fútbol que por fin entiende. Al Paterna encontró el arcadia feliz, un piso para él, coche, su primer sueldo y un hombre puesto por el club a su disposición para ayudarle a adaptarse a un nuevo mundo, todo ello acompañado de entrenamientos con la plantilla del primer equipo y con charlas fraternales con jugadores como Zigic , el cual le ayudó con el idioma - estableciendo amistad por su condición de serbio-alemán - y Villa , quien no escatimó consejos y palabras para aquel carrilero zurdo con posibles. «En Valencia nunca me sentí solo» relata ante la prensa cuando su condición de jugador anónimo salta por el aire tras una eliminatoria copera. Ajeno a que aquel italiano de mascar nervioso y caminará chulesca le había arrastrado hacia un enjambre en guerra civil, convirtiéndolo, como les ocurrió a muchos, en una víctima colateral de una asquerosa ola de venganzas tribales sin escrúpulos. Fue allí, cuando todo parecía marchar, cuando el director deportivo que lo arrastró hasta Valencia con la intención de darle una carrera abandonó el club desatándose una cacería de brujas contra todo lo que olerá al italiano . Filip de repente empezó a estar mal visto, dejó de completar entrenamientos con la primera plantilla, se le relegó a su equipo, perdió al hombre del club que le ayudaba con el idioma y con las cosas de la vida y el traspaso comenzó a complicarse. Miguel Ángel Ruíz rompió el trato con el Hertha negándose a pagar los 250 mil euros en derechos de formación pactados en determinada fecha, entrando en un litigio legal que acabó con la suspensión de la ficha federativa del joven alemán. En seis meses, Kristic pasó de vivir un sueño a quedar atrapado en limbo, alejado de todo y de todos, siendo castigado por algo que él no había cometido. «Eres uno como un hijo para mí, hazme caso, esto no te conviene, te vamos a dar una carrera digna de tu nivel ». Dusan Bukovac era su representante. Un serbio chismoso que se valió de la confianza ciega de un chico perdido hasta arruinarle la vida. Tras la traición de Paterna , el jugador recaló en el Livorno debutante en Serie A . Pero allí, en la perdida Italia , el incipiente sueño se tornó en pesadilla otra vez. La tranquila media tabla que le regaló minutos de calidad al potente Calcio dio paso a la lucha por el descenso llevando un entrenador que apostó por la experiencia ante la juventud. El club quería quedarse al jugador en la SèrieB , ofreciéndole un contrato de tres años con la correspondiente bajada de sueldo adecuado a la categoría. Aquello a Bukovac le sirvió de excusa para volver a mover el futbolista y despojarlo de la gran oportunidad de su vida. El tren de Livorno pasó para no volver nunca. Empezaban a rechazarse ofertas de Portugal , de Dubai , de USA ... con menos de 19 años parecía no haber un futuro para Filip Kristic . «Perder gran parte de mi ficha no me hubiera importado, era joven, me sentía bien y veía muchas posibilidades de jugar, pero de repente las negociaciones se estancaron y de un día para otro me quedé sin equipo », aquel hecho puso fin a la relación con su representante. Pero no al problema. El tiempo que perdió en ese impasse nunca lo recuperó. En Bielefeld encontraría una nueva oportunidad, pero fue la vida esta vez quien le golpeó. El cáncer que sufrió su padre le hacía recorrer 700 kilómetros todas las semanas hasta Munich para verlo. El estrés, los nervios, las maratonianas jornadas de viajes, le sumieron en una plaga de lesiones musculares que solo el permitieran disputar 32 minutos en siete meses. Esta vez fue Filip quien eligió, y eligió abandonar la segunda división alemana para volver a casa y estar cerca de sus los momentos más difíciles. El Unterhaching se hizo cargo de él en la Regional-Liga mientras duró la enfermedad de su progenitor, con un fugaz paso por el Babelsberg de la 3.Lliga hasta encontrar acomodo en Berliner AK , un club amateur que logró sacar el ninguno en categoría profesional dándole al jugador la tranquilidad que necesitaba, olvidando los negros días de problemas personales que inundaron su carrera junto a los avatares de un estúpido representante. Han pasado cinco años desde que despegó ese avión que lo trajo de Berlín-Oeste , desde que decidiera vivir un sueño, ajeno a todo lo que le tenía preparado el destino. En aquel tiempo compartió entrenamientos con gente como Villa o Mata , fue compañero de vestuario de Jordi Alba , y amigo de Zigic . Abandonando el Hertha como decidió abandonar el Bayern donde compartía alineación con gente como Hummels o Thomas Müller . «Mata también tuvo problemas al Valencia CF y luego logró progresar, verlo a él me ayuda a creer que todavía puedo tener alguna pequeña esperanza de volver a la élite». El partido de tercera ronda emparejó a su equipo con el Munich 1860 , del que es aficionado, demostrando que a sus 23 años bien podría estar vistiendo la camiseta de los leones en la categoría de plata. Filipo Kristic vuelve a ser aquel Filip Kristic que deslumbrar con la Sub-17 alemana, despojado de toda prisa, con lo ponga que le ha dado una vida repleta de golpes, disfrutando de lo que tiene sin más pretensiones. Siendo feliz.

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